domingo, 14 de abril de 2013

Camino a Laos

Poco antes de pisar Laos, intuí que algo o todo de ella me iba a encantar, sin saber muy bien por qué. Y a pocos minutos de haberlo pisado, pues ya lo había hecho, usando una de las técnicas más bajas, fáciles y redondas que se pueden usar para mi conquista: niños laosinos!
Hasta ahí, por Malasia y Tailandia, ni rastro vi de ellos y si los vi poquísima pelota me dieron, a excepción de los muchísimos niños-cabezasrubias-turistas que me dejaban con una sensación bipolar que iba entre extrañar a mis niños australianos y celebrar quizás con una segunda cerveza lo bueno de andar esta vez sin niños!
Y fue entonces que luego de un mes de la ley del hielo de los niños, que Laos llegó con sus mejores garras, porque por dios que niños más lindos y simpáticos tenía!. Estaban por todos lados, y la primera vez que los vi fue a minutos de poner los pies en el primer pueblo que paramos ahí, llamado Huay Xay. Veníamos de camino desde Chiang Mai, Tailandia, en un viaje en barco que demoraría dos días y en la cual tendríamos que parar dos noches en distintos pueblos abandonados y llenos de niños y ojitos expectantes, que al menor movimiento te identificaban y gritaban: HELLO!!!! , y si creían que no los habías visto: HELLO!, HELLO!, HELLO !, luego de un ji-ji-ji cuando tu ya le habías contestado de vuelta, seguro que les veían que las clases de inglés de su colegio ya estaban dando resultados.
Algunos de estos niños andaban en pijama, y también sus mamás, y es que este fue el primer pueblo en donde nos dimos cuenta de esta incipiente onda: la moda de los pijamas, digamos, a cualquier hora desde la tarde. Y es que seguramente son más sabios que nosotros y pensarán: "si ya me puse el pijama, no voy a sacármelo para ir a comprar, o a vender, ¿no? " Claro que no, y me da una pequeña envidia porque en realidad yo también lo he pensado y ya debí haber hecho lo mismo hace tiempo. Pero bueno, nunca es tarde.
Lo mejor de este pueblo no terminaba acá , porque continuando por la calle principal en busca de un hostal, nos encontramos con el almacén más bizarro del mundo, con unos almaceneros tan locos como entusiastas, quienes te gritaban y ponían carteles para que le compraras en cuanto te divisaran, y luego, durante tu estadía por el pueblo, casi te perseguían e insistían cada vez que que todo, todo lo que necesitaras lo encontrarías en su almacén. Al parecer ya se estaban convirtiendo en una atracción de Laos, porque luego, en Vietnam, alguien nos preguntó si ya los habíamos visto. Eran tan graciosos que tuvimos que comprarles, claramente.

Que levante la mano quién no le compraría


Huay Xay, era muy pequeño, y muy bonito.  Fue una noche la que nos quedamos aquí, que era la alternativa a quedarnos en el pueblo antes de la frontera del lado tailandés. Aquí todo era un relajo, más aún (aunque no lo crean) que en el mismo norte tailandés, y fue lindo haber conocido aunque sea por la mitad de un día por la sensación que ahí se sentía.

El hostal lo elegimos con una chica holandesa a la que conocimos en el bus, el que elegimos por su bajo precio, maravillosa terraza que daba al río, y delicado y elegante gusto, por cierto; muy acorde o incluso superior al estándar  de bajísimo presupuesto que ya veníamos solventando hace un tiempo. Aquí una muestra del lujo en el que nos movíamos:




Baño ecológico: nótese el chorro como cae directamente en agua que luego se usa para la cadena. Puro luxury.




Todo perfectamente combinado con el último grito de moda
Sábanas finas de raso

El señor nos decía que partiéramos ya a buscar unas cervezas y comida para instalarnos (éramos casi los únicos en el hostal ) , pero entre una cosa y otra y la búsqueda de pasajes del bote, con solo medio día que estuvimos ahí se hacía todo más difícil, por lo que recomiendo a los amantes del los pueblos, que se tomen uno o dos días para quedarse tranquilamente.

La verdad, es que era igualiiiiiito a algún pueblo de Chiloé y al que encantada hubiese ido por elección propia y no solo porque allí se tomaba el bote, que a la mañana siguiente muy temprano tomamos desde su embarcadero, para viajar 8 horas más y despedirnos desde el primer pueblo que nos había robado el corazón (cuántas veces iba a pasar esto).

El viaje en el bote, el slow boat, conocido internacionalmente por destacarse en lentitud e incomodidad, no era tan incómodo como decían pero sí lento, con decirles que el viaje que hacían en dos días -14 horas aprox- lo hacía su archienemigo: el speed-boat , en 5 horas, que a la vez era conocido internacionalmente por su alto riesgo de muerte o por lo menos sordera temporal. Evidentemente elegimos el largo, y armados de piñas, mango verde (como se come acá) galletas raras, partimos. Y fue ahí que vimos parte de la vida a orillas de este gran río, el Mekong, e inolvidables paisajes e imágenes, como estas:






Qué decir. Poco me leí el libro en esas horas de lo bonito que era mirar a mi alrededor. Mujeres bañándose con sus ropas, niños, personas lavando la ropa, otras buscando oro, bufalitos de agua jugando, todo eso hizo que el viaje se pasara tranquilamente.
A la tarde llegamos al segundo pueblo, Pak Beng, donde nos quedamos en un hostal de una señora amorosísima con la que prácticamente nos entendimos por señas. Ella estaba recién parando su negocio de piezas, y estaba con esa emoción y amabilidad de las personas cuando recién comienzan a recibir a sus primeros huéspedes, que en realidad tratan como invitados. Gracias a ella fue que conocimos el café laosino, con el que nos despertó y a la vez despidió a la mañana siguiente, el que tomamos como se toma allá, con un buen chorro de leche condensada, a las orillas del Mekong, por el que viajaríamos por última vez antes de cruzar a Luang Prabang.

En la terraza del primer hostal 

Terraza 


Niños axé

Chiloé en Laos

más niños

Cafecito al amanecer



Datos para el viajero:
*En Huay Xiai, el hostal quedaba a mano derecha en la calle principal si vienes desde el muelle (donde uno llega), y se llama Friendship Guesthouse o algo así. Es una casa rosada , vieja como de tres pisos. Y a pesar de las fotos, la recomiendo!!!!!!

*El hostal en Pakbeng me encantaría recordar más pero creo que ni tenia nombre. Desde el bote uno puede salir pa dos lados: a la izquierda o a la derecha, y nosotros nos fuimos (más que rápido, para ganarle a los otros buscadores) hacia la izquierda, donde hay menos hostales y es el camino contrario al "centro" del pueblo. La idea era ir a uno que está ahí ( serán dos cuadras con suerte) que aparecia en Lonely Planet y como era más caro de lo que decía y nada muy bonito, nos fuimos y nos quedamos en este que estaba justo antes de de llegar a ese, practicamente al lado. Todo esto a mano izquierda, justo a orilla del río. Casa de dos pisos. Señora que seguro se para afuera cuando llega el bote. Ojalá este dato ayude! cuec. 

*El pasaje de bote -slow boat- lo compramos en el hostal Friendship y no valía mucho la pena pegarse el pique al embarcadero (que lo hicimos) porque en el hostal solo lo subieron unos pesos más. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario